Siempre hay cínicos entre nosotros: El Día de la Madre es solo una fiesta inventada con mucho marketing detrás. ¿Pero sabes qué? Acepto cualquier excusa para celebrar la maternidad. Y la paternidad, la hermandad, las tías, y las madrinas.
Porque requiere mucho trabajo: todo el aprendizaje y el pensamiento, la protección y la planificación y la lucha por la próxima generación de la humanidad. Toda la responsabilidad recae en nuestras manos, todos y cada uno de los días.
Tal vez sea una de esas coincidencias kármicas, que los dioses del marketing que nos rodean hayan declarado que mayo, el mes de las madres, sea también el mes de la concientización sobre la salud mental. A juzgar por las estadísticas y las historias que salen a la luz, y por nuestras propias experiencias personales, no es una época particularmente fácil para mantener la salud mental.
Muchos de nosotros sentimos que el mundo está en un lugar difícil. Y así es. Como lo ha sido y lo será siempre, sin duda. Porque esa es simplemente la naturaleza del mundo, y de la humanidad en él.
Una de las cosas que es particularmente preocupante ahora es que, ante varios de nuestros mayores problemas, sabemos qué hacer para resolverlos. Las soluciones existen. Pero parece que no somos capaces de reunir la voluntad colectiva, el enfoque para aplicar las soluciones. Eso puede hacer que nos sintamos… deprimidos. Enojados. Indefensos. Incluso sin esperanza.
Cada una de nosotras se labra su propio camino para salir de los tiempos más oscuros. Para mí, implica seguir siendo madre, incluso cuando mis hijos han crecido y se han ido y se han convertido en padres.
Una madre protege a sus hijos. Lucha por lo que es justo y correcto. No se rinde. Y por muy agotada que se sienta, una madre tiene que presentarse, día tras día, año tras año, para hacer un trabajo lo suficientemente bueno como para sacar a esos polluelos del nido de forma segura y mantener el aire por el que vuelan tan limpio y saludable como sea posible.
Mi trabajo con Moms Clean Air Force está totalmente orientado a detener un problema muy grande: el calentamiento global. Mi trabajo es mi forma de comprometerme con la esperanza. Canalizar mi molestia (contra todos los que se niegan, los mentirosos y los cínicos) y mi ansiedad (por todas las advertencias graves de los científicos, y por el propio clima con sus trastornos históricos) y mi admiración (por todas las ideas brillantes) y mi entusiasmo (por lo mucho que realmente estamos haciendo, aún no lo suficiente, pero estamos avanzando).
Mi trabajo con todas ustedes, las madres que aparecen cada día para testificar ante el Congreso o en las audiencias de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en ingles), o para reunirse con los alcaldes, o para organizar cafecitos, es el trabajo del cuidado y del amor. Es el trabajo de la curación. Y el trabajo de dar un nuevo nacimiento, a una nueva posibilidad, y a un mundo mejor.
Eso es lo que todos queremos, y por eso, en honor a todas ustedes: Feliz Día de la Madre.