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Las plantas de craqueo de etano utilizan el etano, una sustancia química de origen fósil, para crear pequeñas bolitas que son los componentes básicos usados para la fabricación de plásticos. El proceso del craqueo genera una peligrosa contaminación de aire que perjudica nuestra salud y empeora el cambio climático. Dentro del sector industrial, la producción de plásticos aestá entre los mayores contribuyentes a las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Estas instalaciones de craqueo de etano liberan millones de toneladas de dióxido de carbono por año, lo cual empeora el calentamiento global y amenaza nuestra salud, nuestras comunidades y el futuro de nuestros hijos.
Hay más de 35 plantas de craqueo de etano en los Estados Unidos, principalmente en Texas y Luisiana, así como en Iowa, Pennsylvania, Kentucky e Illinois. Las aguas de desecho, los derrames de productos químicos y los contaminantes peligrosos provenientes de las instalaciones de craqueo de plásticos, pueden contaminar el agua y el suelo.
Planta de craqueo de etano de Shell en el condado de Beaver, Pensilvania. Foto: Mark Dixon
Las plantas de craqueo de etano y la salud
Las instalaciones de craqueo de etano emiten contaminantes de aire peligrosos (HAP por sus siglas en inglés), y contribuyen al smog, y en general, a una mala calidad de aire. Estos químicos tóxicos en el aire pueden caer al suelo y al agua, causando daño a los ecosistemas y a la vida silvestre. El respirar compuestos orgánicos volátiles (VOC por sus siglas en inglés), HAP, metales pesados, óxidos de nitrógeno y partículas de estas instalaciones, pone en muy alto riesgo la salud de los trabajadores y miembros de las comunidades aledañas a las plantas de craqueo de etano. Los bebés y los niños son particularmente vulnerables a esta contaminación, ya que sus pulmones, cerebros y otros órganos aún están en proceso de desarrollo. Además, respiran más rápido que los adultos y tienden a pasar más tiempo al aire libre, lo cual tiene el potencial de aumentar su exposición al aire contaminado.
Los contaminantes de aire peligrosos (HAP) son motivo de especial preocupación en las instalaciones de craqueo de etano. Los HAP son sustancias químicas peligrosas como el benceno, el formaldehído y el óxido de etileno, de los cuales se sabe que causan cáncer, problemas neurológicos, problemas cardiovasculares, problemas respiratorios y defectos en recién nacidos, y también pueden producir ataques de asma. En la planta de craqueo de etano en el condado de Beaver, Pennsylvania, se han registrado niveles extremadamente elevados del carcinógeno 1,3 butadieno. No existe un nivel seguro de exposición a este químico, y está asociado con problemas de salud como el bajo peso en recién nacidos, las enfermedades sanguíneas y del sistema inmunológico, y la leucemia.
El trabajar o vivir cerca de las instalaciones de craqueo de etano, también puede generar impactos en la salud mental, ya que las personas están expuestas a ruidos e iluminación fuertes, olores químicos y la preocupación constante de que se susciten explosiones y derrames químicos. Todo esto, sumado a la falta de información sobre las exposiciones químicas que ocurren en tiempo real, causa preocupación en las personas acerca de lo que respiran y cómo esto afecta su salud.
¿Qué sucede en las plantas de craqueo de etano?
En una instalación de craqueo, el gas etano se calienta a altas temperaturas, a menudo a más de 1.500 grados Fahrenheit. Este calentamiento extremo rompe o "quiebra" los enlaces dentro de las moléculas del etano y los átomos se reorganizan, creando etileno y propileno, los cuales pueden usarse para luego fabricar plásticos, detergentes, fertilizantes y más. Las plantas de craqueo de etano son generalmente muy grandes, a veces del tamaño de cientos de campos de fútbol, y requieren de enormes cantidades de energía para calentar sus grandes hornos y operar la planta.
Una sola planta de craqueo de etano puede producir más de un millón de toneladas de diminutos granos de plástico, llamados “nurdles”, por año. Éstos a menudo terminan vertidos en el medio ambiente.
La justicia ambiental y las plantas de craqueo de etano
La mayoría de las plantas de craqueo de etano en EE. UU. están ubicadas cerca de comunidades de color y comunidades de bajos ingresos. Estas plantas aumentan la contaminación tóxica del aire en vecindarios ya expuestos a otras fuentes importantes de contaminación química a causa de otras industrias manufactureras. Por ejemplo, en Luisiana, en el área entre Nueva Orleans y Baton Rouge, se encuentra un área llamada “Cancer Alley” (“Calle del Cáncer”), debido a que la gran cantidad de contaminación química en esa área está correlacionada con tasas elevadas de cáncer. En este “Cancer Alley” a lo largo del Río Mississippi, existen más de 150 fábricas y plantas que procesan químicos. Otra región de bajos ingresos que de igual manera viene luchando contra la contaminación del aire, desde antes de que se le agregara la carga adicional de las plantas de craqueo de etano, es la región de los Apalaches en Pennsylvania, Ohio y West Virginia, a lo largo del río Ohio.
Aparte de sufrir exposición a químicos a largo plazo, los trabajadores y residentes cerca de las plantas de craqueo enfrentan riesgos diarios de fugas, derrames, explosiones, incendios y otros eventos catastróficos. En Estados Unidos, se suscita en promedio un incidente petroquímico cada tres días.
El vínculo entre las plantas de craqueo de etano y el fracking en EE.UU.
Se necesita gas etano para crear etileno en las plantas de craqueo. El proceso de perforación en busca del gas etano en Estados Unidos usa una técnica llamada “fracking”, en la cual se bombean grandes cantidades de agua mezclada con arena y productos químicos tóxicos, a alta presión, hacia las profundidades de la tierra. Esto libera petróleo y gas a partir de fracturas creadas por explosivos dentro de formaciones rocosas subterráneas. La construcción de más plantas de craqueo de etano aumentará la demanda del etano, y con ello la infraestructura necesaria para extraer gas etano por “fracking”. Las operaciones de petróleo y gas generan preocupaciones ambientales, de salud y de justicia.
¡Tome acción!
Las actuales normas federales y estatales para controlar la contaminación por producción de plásticos, son inadecuadas para proteger la salud pública y el medio ambiente. Las personas que viven cerca de las instalaciones de craqueo de etano pueden unir fuerzas y abogar por medidas de protección que funcionen, como el establecimiento de límites de emisiones más estrictos, la implementación de tecnologías de monitoreo avanzadas que midan la contaminación en tiempo real y sean accesibles al público, y la implementación de sanciones ejecutables por violaciones. Se puede luchar por éstas a través de acciones como comentar en audiencias sobre permisos industriales, y trabajar con la Agencia de Protección Ambiental estatal para dar a conocer sus inquietudes. También puede unirse a EcoMadres para exigir que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) establezca los estándares más estrictos posibles para garantizar que las plantas de craqueo de etano no perjudiquen a nuestros niños, nuestras familias, nuestras comunidades y el aire que respiramos.
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Actualizado en marzo de 2025