El papa Francisco quiere que “hagamos todo lo posible” para limitar el cambio climático, específicamente, para “limitar el crecimiento de la temperatura media global por debajo del umbral de 1,5 °C, tal como se ratificó en el Acuerdo de París sobre el Clima” porque “ir más allá resultará catastrófico, especialmente para las comunidades más pobres del mundo”.
En un conmovedor mensaje publicado los primeros días de este mes, en el inicio de las cinco semanas de la “Temporada de creación”, el papa Francisco reforzó su posición como un leal partidario de proteger el medio ambiente en todo nivel, pero especialmente cuando se trata con el peligroso calentamiento de la Tierra.
El pontífice también emitió una famosa “encíclica” en 2015 en la que llamó a “cada uno de los habitantes del planeta” a asumir la responsabilidad individual del impacto medioambiental al reducir el uso de combustibles fósiles y la minimización del consumo en general.
En la encíclica, el papa llamó la atención específicamente al efecto que el cambio climático podría tener en las generaciones futuras si no nos ponemos en acción ahora.
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario”.
“Nadie pretende volver a la época de las cavernas”, dijo “pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera”.
El mensaje de este año coincide con al celebración del quincuagésimo aniversario del Día de la Tierra, el cual el papa Francisco ha designado como un “Jubileo”. En honor del Jubileo, el papa nos llama a recordar que “todo está relacionado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás”.
Para el papa Francisco, la protección y el resguardo de la Creación son dos caras de la misma moneda. “Hemos roto los lazos que nos unían al Creador, a los demás seres humanos y al resto de la creación. Necesitamos sanar estas relaciones dañadas, que son esenciales para sostenernos a nosotros mismos y a todo el entramado de la vida”.
El líder de más de mil millones de católicos y el ícono del cristianismo nos alienta a “somos parte, no dueños, de la red interconectada de la vida. La desintegración de la biodiversidad, el vertiginoso incremento de los desastres climáticos, el impacto desigual de la pandemia en curso sobre los más pobres y frágiles son señales de alarma ante la codicia desenfrenada del consumo”.
Francisco no es el primer papa que relaciona el consumo excesivo con la contaminación y el cambio climático. El papa Benedicto también observó que “el consumo brutal de la creación comienza donde no está Dios, donde la materia es sólo material para nosotros, donde nosotros mismos somos las últimas instancias, donde el conjunto es simplemente una propiedad nuestra”.
El actual papa está de acuerdo. “Nuestro estilo de vida empuja al planeta más allá de sus límites. La continua demanda de crecimiento y el incesante ciclo de producción y consumo están agotando el medio ambiente. Los bosques se desvanecen, el suelo se erosiona, los campos desaparecen, los desiertos avanzan, los mares se vuelven ácidos y las tormentas se intensifican: ¡la creación gime!”.
El papa Francisco observó que en los tiempos bíblicos, durante el Jubileo, el Pueblo de Dios fue invitado a “descansar de su trabajo habitual, para permitir que la tierra se regenerara.
“Hoy necesitamos encontrar estilos de vida equitativos y sostenibles, que restituyan a la Tierra el descanso que se merece, medios de subsistencia suficientes para todos, sin destruir los ecosistemas que nos mantienen”.
El papa Francisco observó que la pandemia actual nos ha llevado de alguna manera a redescubrir estilos de vida más sencillos y sostenibles. “La pandemia actual nos ha llevado de alguna manera a redescubrir estilos de vida más sencillos y sostenibles”, escribe. “La crisis, en cierto sentido, nos ha brindado la oportunidad de desarrollar nuevas formas de vida. Se pudo comprobar cómo la Tierra es capaz de recuperarse si la dejamos descansar: el aire se ha vuelto más limpio, las aguas más transparentes, las especies animales han regresado a muchos lugares de donde habían desaparecido”.
Pero el papa también reconoció, “La pandemia nos ha llevado a una encrucijada”.
“Necesitamos aprovechar este momento decisivo para acabar con actividades y propósitos superfluos y destructivos, y para cultivar valores, vínculos y proyectos generativos. Debemos examinar nuestros hábitos en el uso de energía, en el consumo, el transporte y la alimentación. Es necesario eliminar de nuestras economías los aspectos no esenciales y nocivos y crear formas fructíferas de comercio, producción y transporte de mercancías”.
Reconociendo la necesidad de ayudar a los pobres, Francisco dijo que los incentivos para la recuperación, que se están desarrollando para abordar las crisis sanitarias, sociales y económicas creadas por la COVID-19 deben incluir paquetes de regeneración que garanticen que se alcancen los objetivos sociales y medioambientales globales.
“Es igualmente necesario reparar la tierra”, dijo. “Restaurar el equilibrio climático es sumamente importante, puesto que estamos en medio de una emergencia. Se nos acaba el tiempo, como nos lo recuerdan nuestros niños y jóvenes”.
Desde Roma, Tomas Insua, el director ejecutivo de Global Catholic Climate Movement, estuvo de acuerdo. “Las comunidades están tambaleándose por los múltiples impactos del coronavirus, las tormentas más potentes y los incendios, y el colapso económico. Los llamados combinados de la tierra y de los más pobres nos recuerdan que nuestra forma de vivir no funciona. Todos nos vemos ante la urgencia de descubrir nuevas formas de ocuparnos de la creación y de cada uno de nosotros”.