La protección de la Ley de Aire Limpio, así como de la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés), debe ser nuestra prioridad número uno como padres. Podemos estar en desacuerdo sobre religión, política y sobre la forma en que manejamos nuestras familias. Como individuos, no tenemos control sobre la contaminación, por lo que nuestro gobierno tiene que protegernos de ella.
Pero, ¿qué sucede cuando los contaminadores y las empresas químicas contribuyen con millones de dólares a las arcas de nuestros líderes? Eso, amigos míos, es la principal barrera para la EPA y para todos los que apoyan su agenda.
Durante años he sido activista a favor del medio ambiente, no sólo en defensa de la limpieza del aire y del agua, sino que he luchado contra el uso de sustancias químicas tóxicas en productos para niños. Hace poco más de dos años, presenté testimonio en Sacramento, California, a favor de un proyecto de ley que hubiera eliminado los retardantes de llama tóxicos de cuatro productos para bebés que no plantean ningún peligro de incendio: cochecitos, sillas altas, almohadas de amamantar y cojines para cambiar pañales. Desafortunadamente, éste sería uno de cinco proyectos de ley que no fueron aprobados por la legislatura estatal.
Ahora sé en contra de qué estábamos yo y otros padres. Acabo de leer en un periódico de California, el East Bay Express, que la industria química ha gastado al menos $23,5 millones en los últimos cinco años en acciones de cabildeo en contra de estos proyectos de leyes. Además, al menos 593.000 dólares en dinero de campaña fueron donados durante tres ciclos electorales a 85 legisladores, entre ellos, 44 demócratas y 41 republicanos.
A continuación hay más información detallada del periódico, que señaló que los retardantes de llama son tóxicos y se acumulan en nuestros cuerpos, incluyendo la leche materna y los cuerpos de nuestros hijos:
Una investigación de cinco meses por parte de Environmental Health News reveló una inyección de dinero por parte de la industria química en California que tiene implicaciones globales. Durante los cinco años de cabildeo, los retardantes de llama se han ido acumulando en los cuerpos de personas, incluida la leche materna, de todo el mundo.
Diseñados para reducir la propagación de las llamas, las sustancias químicas bromadas y cloradas son añadidas a los muebles del hogar y a los productos para bebés en toda Norteamérica debido a que California hace cumplir un estándar de inflamabilidad único. La industria química ha estado luchando para mantener este estándar estatal y evitar las propuestas de California para prohibir los productos químicos o imponer alternativas.
Como vi en primera persona en Sacramento, la industria química proclama que los retardantes de llama salvan vidas. Como parte de sus esfuerzos de cabildeo, la industria, con total descaro, llevó a víctimas de quemaduras y a niños pequeños que habían perdido a miembros de sus familias por los incendios. De lo que no fue consciente nadie de los que estaban en la sala es que ¡estas muertes y daños se produjeron con retardantes de llama en las partes de espuma de todos nuestros muebles y productos para niños!
Otra razón que demuestra la falsedad de las demandas de la industria es este estudio revisado por expertos que se publicó en junio pasado, y que muestra que la norma de inflamabilidad en California, también conocida como Boletín Técnico 117 (TB117), no proporciona beneficios medibles para la seguridad contra incendios. TB117 prácticamente exige el uso de retardantes de llama tóxicos en la espuma de todos nuestros muebles y hasta en productos para bebés, como las almohadas y los cojines de cambiar pañales.
Sin embargo, una cosa es segura: los estudios en animales han vinculado a los retardantes de llama con el cáncer y trastornos neurológicos y reproductivos. Los retardantes de llama se pegan con facilidad al polvo, al pelo de mascotas, y la espuma que se desprende de productos antiguos — ¡seguro que yo no soy la única madre que ha utilizado productos de bebé de segunda mano! — haciendo que sean fácilmente ingeribles por los niños.
Un rayo de luz en todo este lodo de aire y dinero sucio es que el público sí está prestando atención. Quiero agradecer al East Bay Express por hacer pública la cantidad de dinero que la industria química ha gastado para promocionar sus sucios productos. Pero también quiero reconocer a ese creciente e influyente movimiento que es Moms Clean Air Force, una organización que no existía hace dos años atrás cuando yo era una de las pocas madres que se enfrentaba a millones de dólares en cabildeo.
Para aprender más sobre como la contaminación de aire afecta a la comunidad latina, por favor ÚNANSE A MOMS CLEAN AIR FORCE.